…”Ay vale, poetica… uf, te falta mucho, campeón,
la cuestión no es tan fácil como crees,
…mis amigos me dijeron “escribe para nosotros, vale”,
todos ellos me abandonaron”…
Eduardo Sifontes
Eduardo
Sifontes
(Anzoátegui,
1946 – 1974)
Eduardo
Sifontes (Barcelona, Edo. Anzoátegui, 1946 - 1974). Poeta, Narrador,
Clarinetista y Artista Plástico. Cursó estudios en la Escuela de Arte Plásticas
“Armando Reverón” de Barcelona (Mención Arte Puro). Entre sus premios figuran:
Premio Centro de Estudiantes del Instituto Tecnológico de la Universidad de Oriente, con la Obra “Qué
destino el de Elsa”, (1967); Premio Rotary Club Barcelona, por su obra Pictórica
(1969); Segundo Premio de Narrativa en la Bienal “José Antonio Ramos Sucre” de
la Universidad de Oriente, con el libro “Rituales”. Entre sus obras literarias
destacan: Rituales (1973); Las Conjuraciones y Otros Poemas (1975) y Señas y
Contraseñas (1985).
Rituales
(1973)
***
Pepe vivía solo, su mujer Juana era una
maniquí, sólo pronunciaba una palabra: “café”.
Pepe reía a carcajadas de su vejez
equidistante de los peces, de su corazón sin ruido. Otro lugar recobró el
cuerpo, el maniquí, su mujer Juana.
Con sus ojos muy distantes, pepe nuevamente
se quedó solo, en luna de menguante, mecanizado,
y por su creencia en la superioridad del macho,
Pepe, el pescador de sus dominios,
sólo lograba éxitos cuando echaba el chinchorro al mar.
***
Acostado con las manos en la nuca y las
piernas cruzadas lees el cartelito sobre la puerta de la celda: “Pabellón W – celda Nº 3”, cierras el ojo izquierdo, lo abres, cierras
el derecho, lo abres, cierras el Izq… así…así… interminablemente… cruzas
nuevamente las piernas cambiándolas de posición entre abrir y cerrar de ojos,
escupe entre los dientes hacia arriba y la saliva te cae de regreso sobre el
pecho, revuelta con el cielo, exorcizando a tus semejantes, que al momento te
parecen doblemente queridos…
***
Mi vecina
Carmen, mujer de Rubén, se baña sin nada encima; tres pelitos vegetales de
Gustav Klimt dibujados de azabache le salen por debajo, hermosos, y el agua se
los hace florecer interminablemente bajo la intemperie.
***
Mi tía Ina se
llevó sus noventa y nueve años, no esperó que le trajera los alfileres con cabecita
de colores, pero qué va, viejita, tengo el presentimiento que no te harán
falta, pues en los sitios donde los ibas a colocar tendrás gusanos, en tu
cuello, en tu vestido negro, en tus ojos; ay vale, poetica, tienes que aprender
del método dialéctico, del indomable Hồ
Chí-Minh, del centralismo democrático , uf, te falta mucho, campeón, la
cuestión no es tan fácil como crees, mis amigos me dijeron “Poeta, apenas
tienes veinte años y ya te haces el abstracto”, ya no hay tripas ni ojos para
los zamuros, la pavita que anuncia la muerte ya no canta, mis amigos me dijeron
“escribe para nosotros, vale”, todos ellos me abandonaron, Roberto, el Gatico,
Amundaray, Susana, Olga, el Pirata, Cheo, Morronga, el Gordo Lara, Elena,
Cachuchepeo, Carmencita, Julio, mi tío Carlos, que soltó su hígado en pedazos,
mi prima Coromoto, que en estos momentos se reduce a nada, Pepe, Arrastraguate,
Pedro, Mejíaz, Rojit… y a mí sólo me queda emborronar cuartillas para ti,
lector desconocido, invisible, mi hermanito, para el color de tus ojos…
***
Eduardo duerme con el ojo fijo en los
recuerdos, adicto a la fusión de evocación y presencia, dejando transparencia
del aire mudo que respira cuando pasa la música, ¿qué culpa tiene todo?
Bienvenidos, bienvenidos a mi columna de combate, camaradas, ésta es una lucha
a muerte con los colores morados de mi celda. Los guardias me saludan con todo
el honor, una patada al estómago, uf, un golpe de kárate a la mandíbula, un
golpe directo al esófago, oh, las moscas encienden mi cuerpo veinte minutos
después y se me borran las lágrimas de un soplo, corazón que te guardo de las
iras divinas.
Las
Conjuraciones
Y
otros Poemas
(1975)
Abatimiento
Aunque en mis venas no circula sangre sino música
yo permanezco cabizbajo, habitado por demonios y fantasmas.
Me he arropado de pie a cabeza para impedir que entren
y no basta.
Cuando creo estar solo, íngrimo,
me encuentro arropado con miles y miles de ellos.
Entonces escupo
maldigo
y me
abraza la desesperación.
Exorcismo
Estoy parado, firme.
Doy un salto y me sitúo detrás de mí. Y otro y otro, sucesivamente
hasta formar una gran fila.
He aquí un ejército de Eduardo listos para la guerra.
Los soldados se esparcen, desaparecen, poco a poco,
y el conductor conjura, triste.
Las Conjuraciones
Estoy harto de oír gritos fantasmales
de no creer nada
de permanecer desterrado conjurado contra mí mismo.
Bostezando fe
levantándome, sentándome.